La Trompeta de Navasárt
Fuente Sergio Kniasian
Dentro del protocolo real de la antigua Armenia, tenía un lugar destacadísimo el hecho de anunciar el comienzo del Año Nuevo. Esto se llevaba a cabo haciendo sonar el pogh, especie de cuerno-trompeta, que era acompañado por el batir ensordecedor de los tambores.
Las celebraciones de Navasárt se extendían por espacio de siete días consecutivos con un despliegue inusitado tanto en su aspecto festivo y de diversión como en la solemnidad de los rituales.
En esa semana se concentraban una infinidad de actividades artísticas, militares, religiosas, deportivas y recreativas que sumadas a los solemnes rituales hacían de estos siete días algo inolvidable para el resto del año. El impacto debe haber sido de tal magnitud que cuando el rey Artashés fue traicioneramente apuñalado por el príncipe Anák, en medio de su agonía balbuceó las siguientes palabras:
¡Ah! Quien me podrá dar ahora
el humear de los altares
y la mañana de Navasárt,
el correr de los ciervos
y el correr de las gacelas.
Nosotros hacíamos sonar
las trompetas,
y hacíamos redoblar
los tambores,
tal como era la usanza
de los reyes.
Este precioso documento fue recopilado por el erudito Grigor Magistros en el siglo XI, plasmando para la posteridad en sus prestigiosas obras, este fragmento antiquísimo.
El instrumento en cuestión debe haber sido alguna variedad del llamado hoy en día iejcherapógh (“trompeta de cuerno”), y que en el armenio antiguo se denominaba pogh ejcheriá (“instrumento de viento de cuerno”) término documentado ya en el siglo V.
Estas trompetas naturales sobrevivieron largos siglos como instrumentos para producir señales a larga distancia, llegando al siglo XX en ambiente folklórico como ser los borozón de los armenios de la costa del Mar Negro.
Constituidos por una pieza única, estos instrumentos consisten en un cuerno vacuno o de carnero, al que en primer lugar se secciona su extremo puntiagudo. Luego se procede a perforar la capa córnea de grosor variable según el ejemplar elegido, hasta llegar a la parte hueca.
El corte de la punta se presenta en forma perpendicular al eje central del tubo, condicionado tanto por la posterior perforación como por la posición de ejecución.
Para ejecutar el instrumento, se toma el cuerno firme con las manos para asegurar la correcta posición de los labios sobre el orificio.
El sonido se produce por la vibración de los labios acompañada de la exhalación de aire. Por ley acústica este tipo de instrumentos produce los grados de una tríada perfecta mayor, dependiendo la posibilidad de combinación melódica tanto de la destreza del ejecutante como de la construcción apropiada de la embocadura.
Es evidente el hecho de que los pogh usados en rituales solemnes tuvieran una factura muy especial, ni que hablar del pogh de Navasárt utilizado por los reyes. Esto se puede deducir fácilmente analizando tanto los actuales cuernos que se utilizan como vaso para beber fundamentalmente vino por un lado, como los ritones arqueológicos de varios milenios de antigüedad.
Estos tomados en conjunto presentan características comunes a pesar de la distancia que los separa en el tiempo; en primer lugar sobre un cuerno alisado y pulido encontramos una sección metálica ricamente decorada en la terminación del pabellón, en segundo lugar se encuentra otro tramo igualmente trabajado en la punta del instrumento y que haría de embocadura y finalmente, cuando el ejemplar es de gran tamaño, uno o dos aros a distancias regulares en la sección media del asta.
Fuente Sergio Kniasian
Es Ley en la República de Armenia. Se celebra el "Día de la Identidad Nacional Armenia". Comienza el Navasart.
Año Nuevo armenio - Navasárt
Comienza el año 4503 según la tradición armenia
Muchos armenios han oído hablar de Haig y Bel y la mitológica batalla que libraron pero pocos saben que ése fue el momento del nacimiento mismo de Armenia como Nación. Cuenta la leyenda que tras el Diluvio Universal y la división de las lenguas que sobrevino durante la construcción del Torre de Babel, Haig reunió a su gente y persiguiendo el deseo de vivir libres marchó hacia el norte, llegando a lo que hoy es Armenia, para tomar posesión de las tierras que había heredado de su abuelo Torkóm, nieto de Noé. El hecho no pasó inadvertido para los babilonios, la potencia hegemónica de la zona, quienes al mando del tirano Bel llegaron con un poderoso ejército que se enfrentó a Haig y sus hombres. Valiéndose de las ventajas estratégicas que ofrecía la geografía montañosa de la zona y de sus dotes militares Haig venció a Bel y logró instaurar así la primera independencia de Armenia.
Según la tradición el calendario armenio comienza el día en que Haig venció a Bel, precisamente el año 2493 antes de Cristo. El mitológico Haig fue quien, además de organizar el país, delimitó el tiempo, fijó los meses del año y estableció la división de las horas del día.
Los festejos por el año nuevo empezaban cuando el rey hacía sonar el pogh (especie de cuerno ritual), acompañado por el estruendo de los tambores. Allí comenzaban los Juegos de Navasárt (el primer mes del año) que incluían prácticas militares, justas deportivas, sacrificio de animales, cantos, danzas y representaciones artísticas. Desde ese momento también comenzó a usarse el símbolo de la eternidad entre los armenios, una representación que se puede encontrar también en todos los jachkars.
Aunque el calendario armenio no coincide exactamente con el calendario internacional la fecha estimada en que comienza el año es el 11 de agosto o 1° de Navasárt. Esta ceremonia se siguió festejando en forma interrumpida hasta fines del siglo XVIII, incorporando varios rituales de la tradición cristiana a partir del año 301 cuando se adopta el cristianismo como religión de Estado.
Lejos de ser un signo de snobismo, el calendario propio es parte del patrimonio cultural de un pueblo y un legado de su propia historia. En la actualidad varios pueblos como los judíos, los chinos y los árabes mantienen su propio calendario junto al calendario internacional, como expresión de su identidad cultural y religiosa.
Particularidades del Calendario Armenio
El año nuevo armenio comienza el 11 de agosto que corresponde al 1º de Navasárt, primer mes del calendario armenio, siendo hasta la noche del 10 de agosto de 2007 el año 4499.
Según la tradición, el calendario comenzó el día en que Haig, el mítico antepasado epónimo de los armenios, venció al tirano Bel de Babilonia para instaurar, de este modo, la primera independencia de Armenia. El mitológico Haig, además de organizar el país, fue quien como el dios Cronos de los griegos, delimitó el tiempo dividiendo el año en doce meses a los que denominó con los nombres de sus descendientes.
El calendario armenio consta de 12 meses, todos de igual duración, es decir todos de 30 días y un mes complementario de 5 días:
1. Navasárt
2. Horrí
3. Sahmí
4. Dré
5. Kajóts
6. Aráts
7. Mehegán o Maheguí
8. Arék
9. Ahegán
10. Marerí
11. Markáts
12. Hërodíts
13. Aveliáts
Según la tradición los nombres de los meses corresponden a los nombres de los hijos y de las hijas del mítico Haig. Cuatro eran sus hijos: Dré, Kajóts, Aráts, Hërodíts y seis sus hijas: Navasárt, Horrí, Sahmí, Maheguí, Arék, Marerí.
Con el tiempo se adoptó el uso de la semana de 7 días, en el que los días se denominaban según su orden, es decir el lugar que ocupaban en la semana: día primero, día segundo, día tercero, etc.:
1.- Mishaptí
2.- Iergushaptí
3.- Ierek-shaptí
4.- Chorek-shaptí
5.- Hink-shaptí
6.- Vets-shaptí
7.- Shapát
En el siglo IV la Iglesia decidió trasladar el día de descanso al primer día de la semana en honor al día de la resurrección de Jesucristo. De esta manera el mishaptí se transformó en guiraguí, (del armenio antiguo kirakí, a su vez del griego kiriakos).
Teniendo en cuenta que el año solar dura 365 días y un cuarto, cada cuatro años, en los años bisiestos (en armenio nahánch) se agrega un día al mes complementario Aveliáts. En épocas más antiguas no se tenía en cuenta ese cuarto de día que posee el año solar, por lo que se producía un desfasaje entre el año real y el de los cálculos oficiales que duraba 1461 años, período en el que el calendario “se corregía” a si mismo. Este ciclo se llamaba “Ciclo de Haig”. Los años en los que se producía la finalización del Ciclo de Haig con la consecuente autocorrección del calendario se denominaban nahanchíts-nahánch.
Estos datos que fueron recogidos y sistematizados en gran parte por el renombrado matemático, astrónomo y naturalista medieval Ananiá Shiragatsí permiten hoy en día hacer algunos cálculos y especulaciones. Por ejemplo sabiendo que el año 428 fue fin del Ciclo de Haig, es decir nahanchíts-nahánch, se puede calcular cuando comenzó el calendario armenio o si se desea saber cuándo tuvo lugar la legendaria batalla entre Haig y Bel. Los cálculos dan el año 2493 antes de Cristo.
La Buena Mesa de Navasárt
Fuente Sergio Kniasian
Toda festividad tradicional, y la de Navasárt en particular, tiene sus adornos tradicionales, sus platos típicos y, además, una manera muy propia de preparar la mesa.
En la antigüedad los festejos de Navasárt duraban 7 días y era precisamente el número 7 el que dominaba en derredor. Heredado de esa vieja tradición, en la mesa con que se va a recibir el Año Nuevo Armenio se repite el número 7. Debe haber en ella:
• 7 clases de frutas secas (nueces, almendras, avellanas, pistachos, piñones, etc.).
• 7 clases de frutas frescas de estación.
• 7 clases de comida tradicional.
• 7 clases de postres.
Además, durante la cena se realizarán obligatoriamente 7 brindis con oghí (anís o vodka según la región).
Centro de Mesa: el lúis
Preside la mesa de Navasárt el centro de mesa tradicional llamado lúis (luz en armenio); un llamativo arreglo que generalmente era regalado por un amigo o vecino.
El lúis consiste, en primer lugar, en una bandeja grande sobre la cual se coloca una vistosa jarra de vino, un botellón de oghí, variedad de frutas y en el centro, indefectiblemente, una manzana o granada con una vela parada encima. El lúis incluirá también un pollo asado, trigo cocido, una vistosa pañoleta y toda una hilera de velas con adornos dorados alrededor de la bandeja como decoración.
Por supuesto que los habitantes de cada casa se las ingeniarán para presentar el lúis más llamativo o el decorado de mayor habilidad, pues era muy común que los amigos y allegados se enviasen de regalo estos arreglos especiales.
La casa estará engalanada por adornos de color rojo, registro cromático que reinará durante toda esta semana pues es el distintivo del Navasárt. Se cuidará particularmente colgar cintas y moños de ese color en el exterior de la casa, en las puertas y ventanas, arreglados para la ocasión.
Plato típico: harisá de Navasárt
Mientras que en la elección de los platos y postres reina una libertad casi total, hay que destacar que es infaltable el harisá de Navasárt, un plato ritual ineludible.
Para prepararlo se necesitan muy pocos ingredientes: trigo burgol grueso y carne de cordero o chivito; en primer lugar se coloca una capa de trigo previamente remojado en una olla grande, sobre ésta se coloca una segunda capa pero de carne, luego se cubre con agua o caldo y se pone en fuego moderado por lo menos dos horas, cuidando que la preparación no se queme tras haber absorbido toda el agua.
Se condimenta con sal y pimienta (ají molido y comino opcional) y abundante cebolla erogada, preparada aparte. Se cuida muy especialmente en no revolver la preparación, el cucharón ni siquiera debe tocarla mientras se está cocinando. Esto no tiene ninguna razón culinaria sino que se deberá respetar la tradición, tal vez, como dicen las abuelas, “para que el nuevo año no sea revuelto”.
Golpeando sobre el yunque...
Fuente Sergio Kniasian
El monte Ararat, llamado Masís en armenio, con sus mitos y leyendas no podía estar ausente en esta celebración en la que esta presente toda la tradición armenia.
De acuerdo con las antiguas creencias precristianas del pueblo armenio los espíritus kachk vigilaban la inviolabilidad del Ararat y apresaban, arrastrándolos al vacío a quienes no respetaban esta condición. El primer historiador armenio, Movsés Jorenatsí cuenta cómo a su muerte el rey Artashés fue enterrado con gran pompa; siguiendo la antigua costumbre pagana, muchos amigos del rey se lanzaron a su sepulcro y se suicidaron. Viendo este espectáculo, Artavázd, su hijo, exclamó:
“Te vas y te llevas todo el país contigo,
¿Acaso yo reinaré sobre ruinas?”
Al oír esta insolencia Artashés maldijo a su hijo desde su tumba:
“Cuando montado a caballo vayas a cazar
al libre e inconquistable Masís,
que los espíritus kachk se apoderen de ti
y te conduzcan a las profundidades de la montaña,
donde no verás mas la luz”
De acuerdo con la maldición, durante una cacería Artavázd cayó por un desfiladero del monte y allí vive encadenado en una gruta por toda la eternidad, sus dos fieles perros muerden constantemente estas cadenas para liberar a su amo, quien ha jurado destruir el mundo cuando salga.
Sin embargo los armenios han conservado a través de los siglos hasta un pasado reciente, un interesante rito: el día del Año Nuevo Armenio, los herreros abrían sus talleres y tras atizar el fuego golpeaban con sus mazas o martillos varias veces sobre el yunque, fortaleciendo así las cadenas que aprisionan al príncipe Artavázd.
La bendición de las Uvas
Fuente Sergio Kniasian
Entre las tradiciones populares armenias de mayor vigencia, figuran las relacionadas con el agradecimiento al Creador por el éxito del trabajo fecundo que se materializa en los frutos de una cosecha abundante. Estos sentimientos de gratitud extrema toman cuerpo en una ceremonia de Acción de Gracias por la cosecha que se denomina Jaghoghornék -“Bendición de las Uvas” y que se realiza todos los años a mediados del mes de agosto.
Esta ceremonia se lleva a cabo el día de la Ascensión de la Virgen María, después de la Santa Misa. En la ocasión, los feligreses traen como ofrenda los primeros frutos de la vid para ser bendecidos. Es bien sabido que en Armenia desde tiempos inmemoriales, incluso antes de la adopción del Cristianismo, era costumbre del pueblo ofrendar los primeros frutos de la cosecha a los templos, como muestra de profunda gratitud.
En la Armenia antigua, esto se llevaba a cabo en la primera semana del Año Nuevo, que, según el calendario antiguo, correspondía aproximadamente a la semana en que se realiza la ceremonia de la Bendición de las Uvas en la actualidad. En aquellas épocas, la festividad de Año Nuevo o Navasárt era el máximo acontecimiento del año; cientos de miles de personas se concentraban en los grandes centros religiosos del país junto con los nobles, los jefes militares, los sacerdotes y el mismísimo rey, quien presidía la celebración.
La celebración de Navasárt se prolongaba por espacio de 7 días consecutivos e incluía música, cantos, danzas, representaciones teatrales, prácticas militares, competencias deportivas, ceremonias religiosas y, como ya hemos mencionado, la ofrenda de los primeros frutos.
Esta tradición milenaria ha sido mantenida por la Iglesia Armenia y se ha desarrollado hasta tomar la forma de la ceremonia actual. Sin embargo, la variedad múltiple de frutos de la cosecha se ha reducido a solamente una: la uva. Esto tiene, evidentemente una justificación de índole práctica; además, la elección de la uva y no otro fruto obedece a las connotaciones simbólicas que vinculan este fruto con las enseñanzas bíblicas.
Cristo frecuentemente se comparaba a sí mismo con el árbol de la vid; además, durante la Última Cena, donde nació el Sacramento de la Comunión, el vino que era el producto de la elaboración de la uva fue proclamado por Jesús: “Esta es mi sangre”. Lógicamente, estas razones llevaron a dar preferencia a este fruto que además se convirtió en un motivo típico del arte decorativo tradicional.
Hasta un pasado reciente y allí donde era posible, la Bendición de las Uvas se realizaba en medio de los viñedos. El sa-cerdote tomaba en su mano izquierda la cruz y en la derecha las tijeras; se formaba una procesión y los participantes se adentraban en los viñedos cantando el himno-sharagán “Arevélk kerarpín...”
Una vez en el sitio elegido se procedía a la ceremonia.
Es importante tener en cuenta que las uvas bendecidas se reparten a todos los presentes, quienes las llevan a sus hogares y las comparten con aquellos que por algún motivo no han participado de la ceremonia.
También era costumbre separar una parte para los pájaros; con esa finalidad se colocaban pequeños racimos en lugares altos, o sobre los monumentos “jachkár”, o cerca de una fuente de agua.
Con la consumición de estas primeras uvas concluye una de las restricciones alimentarias de los armenios, según la cual no se puede comer uvas antes de la ceremonia del Jagogornék.
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